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AutorModesto Seara Vázquez

Edición

EditorialPorrúa

Lugar y Año México, 1995

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La Hora Decisiva

La década de 1980 terminó con una catástrofe política sin paralelo en la historia. Todo el esquema de las relaciones internacionales, que se había construido en torno al sistema bipolar, con la confrontación ideológica capitalismo económico y liberalismo político frente a la opción marxista leninista representada por los países comunistas, se rompe estrepitosamente.

No podría haber sido así, si no fuera porque tal confrontación, relativamente falsa en un principio, se fue volviendo anacrónica de modo acelerado. En realidad, si hubiéramos quitado la fuerza militar de las dos mayores potencias, habríamos encontrado un binomio político bien claro, coincidente en el mantenimiento de estructuras de dominación y en la invocación falsa de la democracia (formal o supuestamente real) para encubrir privilegios.

Otra de las inexactitudes fue proyectar geográficamente esta confrontación, presentándola como un conflicto Este-Oeste.

Debe señalares, sin embargo, que esta representación ideológico-geográfica tuvo durante más de cuatro décadas, un efecto estabilizador muy importante, en la medida en que encuadró a casi todos los conflictos sociales en el esquema bipolar, les puso sordina en muchos casos, y en otros impuso soluciones desde arriba, para responder a los intereses de los dos protagonistas, de no permitir el desarrollo de perturbaciones que pudieran desembocar en una confrontación general.

Por eso, sonaban a ingenuas las celebraciones que se desataron en 1989 en el mundo occidental, desde el derrumbe del muro de Berlín, tan lleno de simbolismos como de ambigüedades. Para muchos, aquello indicaba el comienzo del camino libre a la Edad de Oro, sin temor a la conflagración nuclear, y con posibilidad de capitalizar de modo inmediato el "dividendo de la paz", con la liberación de recursos hasta entonces comprometidos en la preparación militar.

Pocos hacían caso de las llamadas de advertencia de los que pronosticábamos la generalización del caos económico y la turbulencia social y política por todo el mundo, al desaparecer el marco ideológico de confrontación, que había disciplinado todos los conflictos.

Sin los frenos de las últimas décadas, libres los pueblos de las ataduras del falso debate ideológico y libres del control hegemónico de los dos polos de poder militar, se inició un reacomodo general, en el que, según creían los ingenuos, los valores de la democracia serían las nuevas reglas del juego. Pronto se iban a ver defraudados, y no tardarían en descubrir que la naturaleza humana no ha cambiado, ni en sus objetivos de dominación, sean cuales fueren los motivos invocados, ni siquiera en las caras de los actores, que con tanta audacia como cinismo, saltan las barreras ideológicas y cambiaban los discursos políticos, sin pudor alguno.

A la confusión reinante, se han añadido las proclamas de victoria, de los que presentan una correspondencia entre la derrota de la fórmula burocrática oriental, que fue real (se habla de derrota del socialismo, como si aquellas fórmulas monstruosas hubieran tenido algo que ver con el socialismo) y el triunfo de la alternativa del capitalismo liberal.

Este es un planteamiento peligroso, que no tardaría en ponerse en evidencia, con el fracaso, que se trata de disimular, de sus fórmulas más típicas y glorificadas, como el thatcherismo británico, el reaganismo en Estados Unidos y otras fórmulas similares, que propician el rompimiento del pacto social, al acentuar la división entre los pobres, cada vez más numerosos, y los ricos, cada vez menos pero más poderosos. Esa es una fórmula segura para el surgimiento de economías ineficientes a largo término, depredadoras del medio físico (que contra lo que piensan algunos, no puede ser protegido por el mecanismo regulador del mercado) y en último término, generadoras de las explosiones sociales que estamos testimoniando en muchos de los países del mundo, desarrollados o subdesarrollados, por igual.

Las ediciones anteriores de "La Hora decisiva", han recibido una favorable acogida, que muestra el interés que despiertan los temas que se tratan aquí.

Como era lógico, dado el carácter polémico de la mayoría de los planteamientos, no todos los lectores han estado de acuerdo en el enfoque dado a muchas de las cuestiones, pero no cabe duda que el libro ha dado motivo de reflexión, tanto a los que asumen la mayor parte de la conclusiones, como a los que se oponen a ellas.

En los nueve años transcurridos desde la primera edición, los hechos muestran que las preocupaciones que expresábamos respecto a los problemas de la humanidad estaban bien justificadas. Las tendencias hacia la destrucción de los sistemas ecológico y social se han sostenido; sin embargo, es justo constatar un gran avance en lo que se refiere a la toma de conciencia sobre la problemática que nos aqueja. La preocupación por los temas globales empieza a llegar al nivel popular, y se han ido creando las condiciones para el inicio de movilizaciones generales de una sociedad civil internacional, que empieza a enfrentarse a los intereses creados, anclados en concepciones anacrónicas de la vida social. Ya no es tan común ser tildados de pesimistas o exhortados a "pensar positivamente", fórmulas eufemísticas, de quienes se niegan a ver la realidad tal cual es, y prefieren el autoengaño como fórmula de evasión.

Por nuestra parte, hemos desarrollado algunos de los planteamientos esbozados en las anteriores ediciones: a menudo beneficiándonos del lógico proceso de retroalimentación que se da siempre que uno plantea las ideas públicamente. De los debates que han seguido a las presentaciones del libro y las conferencias en diversos medios y países, hemos recogido muchas observaciones y, no pocas veces, llegamos a conclusiones que son una reacción a críticas que juzgamos incorrectas. Pero a críticos y a apologistas, agradecemos por igual su interés por este libro, que por razones de trabajo, ha debido reposar durante largos años, desde que se agotó la segunda edición, sin que pudiéramos incorporarle las adiciones y correcciones con las que deseábamos mejorarlo.